Tuesday, August 21, 2007
What I Didn´t Know / Lo Que No Sabía
Lying on the couch, Richard stopped the clenched gasping. Suddenly his body was deathly quiet.
Now I wasn´t afraid. I knelt down on the floor beside him. His eyes were rolled back, white. I put my hands over his hands.
As I gazed into his face, his face lost the touch of pink, becoming pale white. At the same time, I felt the warmth of body heat leave his hands. The thought was confirmed in my mind, "He has died." As a gift the Lord Himself gently gave me the answer.
I bowed my head over my husband´s body, and cried, "Oh, dear Lord, thank you. Thank you for the wonderful gift you have given me for thirty-three years of life shared with this dear man. Thank you that he is with you now."
Little did I know at the time that the Lord had prepared me so well for that response. For six to nine months without my knowledge of it, God had prepared me. Preceding Richard´s death, a persistent thought entered my mind, "Sharing life with a husband is a gift. It is not a right: it is a privilege." Day after day these thoughts came to mind, making me wonder why I always thought about the same thing! In the middle of the night at times these thoughts intensely dominated my mind. The Lord was teachming me something I needed to know -- my husband was a gift, not a right to own, but a privilege to enjoy.
As I kneeled by the couch and bowed my head over Richard´s body, the same thoughts that had been repeated in my mind for months gave me strength for that difficult moment. God had prepared me for my response. I knew God had the right to take Richard, and that I had no right to demand that he should stay longer. The Lord, in His compassion, tenderly prepared me for what was going to hurt me.
From God who is the Father of compassion, from God who loves us and cares for us, my husband was a gift given to me but not my personal belonging. God, in mercy, taught me to be grateful for my husband while I had him. God Himself designated the time span of that gift.
Unselfish and generous is the one great Love of the universe who allows us to form a deep attachment of love within our hearts to another human being, who could if not kept in his proper place, come to rival He who is to be the one great love of our lives.
May secondary love not take the place of perfect love. May the One who gives not be substituted for the gift. May He to whom all allegiance, honor and glory is due not receive less because of the object of our human love, whom we are also asked to love.
Let not our own desires or loved one intrude upon the dominion of God in our hearts. May the gift of a relationship only help and enhance the first - never putting a restriction upon the Love who deserves all.
En español:
Acostado en el sofá, Ricardo dejó de angustiarse. De repente su cuerpo se quedó en silencio - un silencio mortal.
Ahora yo ya no tenía miedo. Me arrodillé a su lado. Solo se veía el blanco de sus ojos. Descansé mis manos encima de las suyas.
Miré a su cara intensamente, y en ese momento se fue el último rasgo de color, y su cara quedó completamente pálida. Al mismo momento, sentí el calor de su cuerpo salir de sus manos. El pensamiento se confirmó en mi mente, "Ha muerto." A través de ello, el Señor mismo con ternura me lo comunicó.
Incliné mi cabeza por encima del cuerpo de mi marido, y lloré. "O, Señor mío, gracias. Gracias te doy por el hermoso regalo que tú me has dado por treinta y tres años por haber compartido la vida con este hombre. Gracias porque él ahora está contigo."
Poco sabía yo que el Señor me estaba moldeando desde hace seis o nueve meses antes sin darme cuenta yo. Un pensamiento persistía en mi mente durante esos meses. "Vivir la vida con mi marido es un regalo. No es un derecho; es un privilegio." Día tras día el mismo pensamiento se repetía en mi mente, haciéndome preguntar porque siempre estaba en el mismo punto. Al despertar en la noche, otra vez lo mismo me embargaba.
Dios preparó en mi la actitud adecuada para ese momento difícil. Cuando Ricardo murió, sabía que Dios tenía todo derecho de llevarlo, que yo no tenía ningún derecho a pedir que debiera haber quedado por más tiempo. El Señor Jesucristo, en compasión, me había preparado por lo que iba a sufrir.
De parte de Dios quien es el Padre de toda compasión, de parte de Dios quien nos ama y nos cuida, mi marido era un regalo pero no una posesión personal. Dios, en su misericordia, me enseñó a tener gratitud por mi marido. Dios mismo decidió la duración del regalo.
Sin egoísmo, generoso, es el único amor supremo del universo, permitiéndonos formar dentro de nuestros corazones un vínculo profundo de amor a un cónyuge. Somos muy privilegiados. El único Dios, celoso, no ha demandado de que no amemos a ningún ser inferior a El. Pero El, en perfecto amor sin egoísmo, nos permite amar a otro, que podríamos colocar como su rival, si no le mantuviésemos en su debido lugar.
Que el Amor Perfecto no sea sustituido por un amor inferior en nuestras vidas. Que el Dador del Amor no sea sustituido por el solo hecho de amar. Que El no recibe menos por causa del objeto de nuestro amor humano, a quien Dios nos pide que también amemos.
Que nuestros propios deseos de amar al ser amado no tomen el dominio del lugar de Dios en nuestros corazones. Que el regalo del matrimonio nos ayude a embellecer la relación primordial - nunca dando menos al Amor que merece todo.
Monday, August 6, 2007
Can I Handle This?/¿Soy Bastante Fuerte?
The heart-wrenching experience of facing the death of a loved one teaches us many lessons. Facing such a crisis makes us aware that our preparation for it came before it ever happened.
“Your strength is small if you faint in the day of distress," (Pro. 24:10). Crisis situations test our strength. Personal weakness means weakness facing the crisis.
We must grow in strength ahead of a crisis. We can´t stop the crisis and say, “Stop! I´m going to get stronger first.” A crisis often comes unexpectedly, not allowing us to instantly improve our strength level in order to handle it.
Jesus gives us a resource for growing strong, which means strength for facing a crisis. Psalm 1, in the Bible, describes the strong person to be “. . . like a tree firmly planted by streams of water, ..."
Personal strength grows by obeying, delighting in and meditating on the Bible. “How blessed is the man who does not walk in the counsel of the wicked, nor stand in the path of sinners, nor sit in the seat of scoffers! But his delight is in the law of the LORD, and in His law he meditates day and night,” (Psalm 1:1-2).
We grow slowly and steadily, as we take in nourishment. Growth does not happen instantly. Little by little, largely unaware of our increasing strength, we grow. Like the tree, we become “firmly planted,” (Psalm 1:3). When the storm comes, our roots, like those of the tree, are deep and strong.
The unexpectedness of a crisis takes us just as we are. This warns us to be prepared. When Richard died, my house gradually filled with people who came to accompany me. I could not say, "Don´t come in. First, I must clean the house, get everything in order, and then you can come in.” Everyone found my house just as it was that evening -- clean or dirty, messy or orderly. I am as I am when the unexpected hits me.
A crisis reveals our condition. Instant strength doesn´t come with a massive dose of injected nutrients for facing the difficult. We become strong as we take God´s Word into our life – constantly, delightfully, obediently. The roots that have gone deep into God´s Word, will give us unexpected strength that we never knew was ours for facing a crisis.
Get prepared. Be strong.
En español:
El trauma doloroso de pasar por la muerte de un ser querido nos enseña muchas cosas. Enfrentarnos a una crisis nos hace ver que estar preparado para ella empieza mucho antes de experimentarla.Nuestra abílidad de soportar lo difícil está probada a través de una crisis. "Si eres débil en día angustia, tu fuerza es limitada," (Pro. 24:10). Debilidad interior significa una debilidad para enfrentar la crisis.
Es más. En el momento de atravesar la crisis, no podemos detener los acontecimientos y decir, "¡Para! Voy a crecer y ser más fuerte antes de tener que pasar por esto." No, una crisis suele venir sin avisarnos, no permitiéndonos mejorar instantáneamente nuestro aguante para poder enfrentarla.
Pero podemos crecer en fuerza interior para poder soportar lo difícil antes de que una crisis nos llegue. El Señor Jesucristo nos da un recurso para poder crecer interiormente, lo cual significa aguante para soportar una crisis. El Salmo 1 en la Biblia, describe esta persona ". . . como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua . . ."
El aguante y la abílidad de soportar lo difícil crece por obedecer, deleitarnos, y meditar en la Biblia. "¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!" (Salmo 1:1-2).
Crecemos paulatina y progresivamente, mientras tomemos la comida nutritiva de la Palabra de Dios. No ocurre de un momento a otro. Poco a poco crecemos, muchas veces sin darnos cuenta de ello. Como el árbol, llegamos a ser "firmemente plantados," (Salmo 1:3). Cuando la tormenta se nos caiga encima, nuestras raíces, como las del árbol, se encuentran profundas y fuertes - no por nuestra fuerza personal, sino por donde están arraigadas.
La tormenta de una crisis suele venir repentinamente, encontrándonos como somos. Es una advertencia para estar preparados cuando llega. Cuando murió mi marido, mi casa se llenó de gente que llegaron para acompañarme. No les pude decir, "¡No entrad! ¡Tengo que limpiar y poner en orden la casa primero!" No. Todo el mundo entró en mi casa esa tarde sin que yo la limpiara primero. La encontraron como estaba. E igual soy yo cuando a una crisis inesperada me enfrento.
Una crisis nos enseña algo acerca de nuestra condición interior. No podemos en esos momentos difíciles recibir una inyección masiva de vitaminas para aumentar nuestra fuerza para poder sostenernos. Al contrario poco a poco crecemos por nuestra respuesta frente a la Biblia -- tomándola en cuenta día y noche, con deleite, con obediencia. Si nuestras raíces se profundizan de esta forma en la Palabra de Dios, tendremos la fuerza que nunca esperábamos tener para enfrentar las circunstancias difíciles que nos puedan llegar.
Estate preparado. Sé fuerte.